...Celebra
el grande, el inefable goce
de
vivir, de ser joven, de ser fuerte,
de
hincar los dientes ávidos y blancos
en
los más dulces frutos terrenales.
De
posar las audaces, sabias manos
sobre
todo lo más puro y secreto,
y
de tender el arco contra todas
las
presas que voraz deseo asecha.
De
oír todas las músicas livianas,
y
mirar, con pupilas fulgurantes,
la
bella faz del mundo, como mira
un
amante feliz a su adorada.
A
ti el placer, ¡oh amiga!
¡A
ti el ensueño!
¡Yo
quiero revestirte la más roja
de
las púrpuras regias, siquier tiña
su
seda con la sangre de mis venas.
Yo
quiero coronarte de albas rosas
para
que así, transfigurada, cantes
la
divina Alegría, la Alegría,
la Alegría, magnífica,
invencible!
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