Tú que vas perfumando la
pradera 
y antes del beso te humedeces
secretamente 
los labios agrietados, 
mira con qué póstuma suavidad
 la mariposa que se posó en tu mano
 encoge y extiende las alas
 como pulmones de las mismas flores
 que hoy has arrancado.
Traducción de Clara Janés
 
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