¿Dónde paras? Ebria trasluce mi
alma
de todas tus delicias; pues
acabo de oír
cómo, rebosante de dorados
sones,
el encantador vástago del sol
toca su canción de la tarde en
la lira celestial;
bosques y colinas se hacían eco
en derredor,
aunque ya se fue lejos, donde
los pueblos piadosos
que todavía lo veneran.
Traducción:
Eduardo Gil Bera
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