Sen Rikyu amaba el té
porque le complacía el espíritu
del té.
Alma tranquila y noble del
amanecer y del atardecer.
El humo era más amado aún que
el té.
Mantener la sutileza en la
apariencia
equivale a purificar el alma
con sutileza.
Por eso Rikyu permanecía
sentado
y le sonreía al sol tenue bajo
el pabellón de té.
Traducción:Atsuko Tanabe
Traducción:Atsuko Tanabe
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