Preséntame a la desconocida
que tú te vuelves al momento
en que el poema se insinúa
como un insecto entre tus
dedos,
y, al repartirte con los lobos,
vuelve golondrinas tus senos.
¿Eres mía, mujer rebelde,
que transformada en piedra veo?
Mírame ahora, soy tu amo
y el infinito aquí te enseño:
a cada paso que avanzamos
hay que renacer ante el verbo
que une obediencia y aventura.
Reconstruyo tu brazo nuevo
y reconstruyo tu figura,
mas nos lleva este movimiento
hasta el fondo de nuestra
sangre
-niños que acosa un blanco
vértigo
y cuyo sueño vale apenas
la sílaba que está muriendo.
Versión de Andrés Holguín
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