Estás
cansada
(yo
creo)
del
perpetuo enigma de vivir y sus afanes;
y
yo también.
Ven
conmigo, pues,
y
partiremos muy lejos
(sólo
tú y yo, ¿comprendes?).
Tú
has jugado
(yo
creo)
y
has roto tus juguetes más queridos,
y
ahora estás algo cansada;
cansada
de las cosas que se rompen,
cansada, eso es todo.
Yo
también.
Pero
vengo con un sueño en mis ojos esta noche,
y
llamo con una rosa
a
la desolada verja de tu corazón.
¡Ábreme!
Que
yo te mostraré lugares que nadie conoce
y,
si tú quieres,
las
perfectas regiones del Sueño.
¡Ah,
ven conmigo!
yo
te encenderé esa maravillosa burbuja, la luna,
que
perenne flota.
Te
cantaré la canción jacinto
de
las probables estrellas,
y
buscaré en las apacibles estepas del Sueño,
hasta
encontrar la Flor Única,
que
sustentará (yo creo) tu tierno corazón
mientras
la luna se eleva desde el mar.
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