Ponzoña que se bebe por
los ojos,
dura prisión, sabrosa al
pensamiento,
lazo de oro crüel, dulce
tormento,
confusión de locuras y
de antojos;
bellas flores mezcladas
con abrojos,
manjar que al corazón
trae hambriento,
daño que siempre huye el
escarmiento,
minero de placer lleno
de enojos;
esperanzas inciertas,
engañosas,
tesoro que entre el
sueño se parece,
bien que no tiene en sí
más que la sombra;
inútiles riquezas
trabajosas,
puerto que no se halla
aunque parece;
son efectos de aquel que
Amor se nombra.
(Sevilla, 1520 – México, 1557)
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