Si te guías por la razón, toparás con esquinas; si te dejas
llevar por un mar de sentimientos, te arrastrará la marea; y actuar a voluntad,
a la larga, es oprimirse a uno mismo. En todo caso, vivir en este mundo no es
tarea fácil. A medida que esta sensación se acrecienta, te acucia la necesidad
de trasladarte a un lugar más tranquilo. Pero no importa dónde vayas, pues
cualquier lugar te parecerá inhabitable. Y es entonces cuando nacen la poesía y
la pintura, en el instante en que comprendes que no hay ningún lugar al que
huir. Este mundo no lo han creado ni los dioses ni los demonios. Lo han creado
personas corrientes, vecinos que viven a la vuelta de la esquina. No hay más
mundo que el que ellos han construido y, si lo hubiera, se trataría de un lugar
inhóspito, completamente despoblado en el que sería muy difícil vivir.
Así las cosas, y visto que no hay escapatoria posible, solo
queda sobrellevar la brevedad de la vida en este mundo inhabitable y tratar de
hacer de él un lugar más cómodo. Es aquí donde los poetas desempeñan su labor
sagrada; aquí, donde los pintores hallan la inspiración. Y el arte de estos
guerreros pacifica el corazón de sus
habitantes,
lo colma y lo ennoblece.
Almohada de hierba.
Traducción:
Judith Zamora Lablanca
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