Un día por la mañana, al abrir
la puerta,
encontraste en el umbral los
zapatos de baile.
Era para besarlos y tú lo
hiciste enseguida
y volviste a sentir alegría
después de tantos años,
todas las lágrimas largo tiempo
contenidas
ascendieron a tu risa.
Luego te reíste y desde el alma
rompiste a cantar
con la tranquilidad de la
juventud...
No preguntaste qué hermosa
dejó los zapatos en el umbral.
Nunca lo averiguaste
y, sin embargo, de aquel feliz
momento
aún vives con frecuencia...
Traductor:Clara Janés
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