Pude haber sido un árbol, bajo
el cual
tú te habrías recostado cuando
yo no te conocía,
habría hecho oscilar dulcemente
una de mis ramas,
casi al azar,
para besar tus ojos.
Habría sido quizás una hoja
blanca,
sobre la cual te hubieses
inclinado pensando
en silencio
y yo habría besado, mientras tú
dibujabas,
el mármol
de tu mano desnuda.
Hubiese podido ser un muro,
un muro
a la sombra del cual
estaría con otro, no conmigo...
Y yo con gran dolor
me hubiera derrumbado
ante tus ojos pálidos de
espanto.
Versión de Pablo Neruda
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