Jacobo de Saboya-Duque de Nemours |
"Este príncipe era una obra maestra de la Naturaleza; lo que tenía de menos admirable era el ser el hombre mejor hecho y más bello del mundo. Lo que lo ponía por sobre los demás era un valor incomparable y tenía un encanto en el espíritu, el rostro y las acciones que jamás se vieron sino en él. Tenía una amenidad que gustaba igualmente a los hombres y a las mujeres, una destreza extraordinaria en todos los ejercicios, un modo de vestir que enseguida era copiado por todos, pero que resultaba inimitable, y en fin, un aire en toda su persona que hacía que sólo se lo mirara a él en los sitios en que se presentaba. No había una dama en la Corte cuya gloria no fuera haberle agradado; pocas de las que le habían agradado podían jactarse de haberlo resistido, y hasta varias a quienes no había amado habían estado apasionadas por él. Poseía tal suavidad y tal disposición a la galantería, que no podía dejar de tener algunas atenciones con aquellas que trataban de gustarle: de ahí que tuviera varias amantes y que fuese difícil saber a cuál amaba verdaderamente... "
Fragmento de La Princesa de Clèves.
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