Toco a Haydn después de un día
negro
y siento un sencillo calor en
las manos.
Las teclas están listas. Los
macillos golpean suavemente.
Su resonancia es verde, animada
y tranquila.
El sonido dice que la libertad
existe
y que alguien no le paga
impuestos al César.
Meto las manos en los bolsillos
como Haydn
e imito a aquel que observa
tranquilamente el mundo.
Izo la bandera de Haydn — lo
cual quiere decir:
“No nos rendimos. Pero
anhelamos la paz.”
La música es una casa de vidrio
en la ladera
donde las piedras vuelan, donde
ruedan.
Y las piedras ruedan directo
hacia la casa
y no obstante los vidrios
permanecen intactos.
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