Nunca
sabrás que tu alma viaja
Dulcemente
refugiada en el fondo de mi corazón,
Y
que nada, ni el tiempo ni la edad ni otros amores,
Impedirá
que hayas existido.
Ahora
la belleza del mundo toma tu rostro,
Se
alimenta de tu dulzura y se engalana con tu claridad.
El
lago pensativo al fondo del paisaje
Me
vuelve a hablar de tu serenidad.
Los
caminos que seguiste, hoy me señalan el mío,
Aunque
jamás sabrás que te llevo conmigo
Como
una lámpara de oro para alumbrarme el camino
Ni
que tu voz aún traspasa mi alma.
Suave
antorcha tus rayos, dulce hoguera tu espíritu;
Aún
vives un poco porque yo te sobrevivo.
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