Toma de mis manos para tu gozo
un poco de sol y de miel,
como nos ordenaron las abejas de Perséfone.
No soltar una barca a la deriva,
no sentir en la piel la sombra de una bota,
no vencer al dolor en esta vida dormida.
Sólo nos quedan los besos,
afelpados como abejitas
que mueren lejos de la colmena,
y que murmuran en la transparente espesura de la
noche,
su patria es el bosque dormido de Taigeto
y su alimento, el tiempo, la pulmonaria y la menta.
Toma para tu gozo mi regalo salvaje,
este
feo y seco collar
de abejas muertas que convirtieron su miel en sol.
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