Es
un silbido súbito y maduro.
Chasquido
de comprimidos carámbanos.
Es
la noche que congela el follaje.
Es
de dos ruiseñores el certamen.
Dulces
arvejas de un campo lejano
o
lágrimas del universo en vainas.
Fígaro
que graniza sobre el huerto
desde
los pupitres, desde las flautas.
Es
lo que busca, afanosa, la noche
en
el río, al lado de la represa,
para
llevar al vivero una estrella
en
sus palmas, húmedas y trémulas.
El
bochorno es plano como el tablaje.
El
firmamento se esconde entre alisos.
Las estrellas deberían reír,
pero
es un sórdido lugar el mundo.
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