Del
árbol de mi vida
Caen,
una a una, las hojas.
Oh,
atolondrado, abigarrado mundo,
¡cómo
sacias!,
¡cómo
sacias y cansas!,
¡cómo
embriagas!
Lo
que hoy aún arde
Se
extinguirá muy pronto.
Pronto
silbará el viento
Sobre
mi angosta tumba.
Vendrá
a inclinarse
La
madre sobre el niño.
Ver
otra vez sus ojos quiero,
Su
mirada es mi estrella,
Ya
puede todo lo demás borrarse,
Todo
muere, todo quiere morir.
Sólo
la madre eterna queda,
La
que nos trajo.
Su
dedo travieso escribe
En
el aire huido nuestro nombre.
Traducción por Daniel Najmías.
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