Es el atardecer cuando
uno se aleja,
a la caída del sol.
Es entonces cuando se
abandona todo.
El pensamiento recoge su
tolda de tela de araña
y el corazón olvida el
porqué de su angustia.
El caminante del
desierto abandona su campamento,
que pronto desaparecerá
bajo la arena,
y continúa su viaje en
la quietud de la noche,
guiado por enigmáticas estrellas.
Versión de Axel Von
Greiff
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