Portrait George Sand by Delacroix |
“Lélio era menudo y frágil; su belleza no radicaba en
las facciones, sino en la nobleza de su frente, en la gracia irresistible de
las actitudes, en el abandono de su deambular, en la expresión altiva y
melancólica de la fisonomía. Yo no había visto jamás en una escultura, en un
cuadro, en un hombre, una potencia de belleza más ideal y más suave. El término
encanto, que se aplicaba a todas sus palabras, a todas sus miradas, a todos sus
movimientos, deberían haberlo creado para él.
¡Qué puedo decirle! Fue efectivamente un encantamiento
lo que cayó sobre mí. Aquel hombre que andaba, hablaba, se movía sin método ni
pretensión, que sollozaba con el corazón tanto como con la voz, que se olvidaba
de sí mismo para identificarse con la pasión; aquel hombre que el alma parecía
utilizar y romper y que en una sola mirada encerraba todo el amor que yo había
buscado inútilmente en el mundo, ejerció sobre mí un poder realmente eléctrico;
aquel hombre, que no había nacido en su tiempo de gloria y simpatías, y que
sólo me tenía a mí para comprenderlo y marchar a su lado, fue durante cinco
años mi rey, mi dios, mi vida, mi amor”.
Fragmento del cuento Marquesa
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