Me
escribiste ayer tarde dos hojas solamente.
¿Estarás
tan contenta que me olvidas así?
Sin
duda te fatigas y ves a mucha gente;
repósate.
Y escríbeme. Y piensa siempre en mí.
Y
tu vestido nuevo no te lo pongas tanto;
qué
bien te va. Celoso no soy, y nunca fui.
Puede
el aire dañártelo. ¿Para qué nuevo encanto
a
tu belleza? Guárdalo para ti y para mí.
Versión de Ismael Enrique
Arciniegas
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