Amor,
al principio
De
carne y de oro como un César
Salvaje
te cebé;
Íncubo,
tu pecho pesaba
Y
tu beso agotador
Cansó
mi boca.
Luego
te vi ensangrentado;
Caminabas,
titubeando,
Bajo
la escuadra terrible;
Víctima
atravesada en el flanco,
A
tus pies derramé
Todo
el nardo de la tierra.
Te
veo pálido y bello:
Tu
carne es una antorcha
Hecha
de cera y fuego;
Yo
abrazo, delicia pura,
Tu
cara desconocida,
Idéntica
a mi alma.
Y
te veré pensativo
En
el último arrecife,
Dulce
provocador de naufragios
Sombrío
dios sin devotos;
Tus
amapolas nocturnas
Me
curarán de las rosas.
Versión de Silvia Barón.
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