Esa
línea que nace de tus hombros,
Que
se prolonga en brazos, después mano,
Esos
círculos tangentes, geminados,
Cuyo
centro en cono se resuelve,
Agudamente
erguidos hacia los labios
Que
ansiosos de los tuyos se desprenden.
Esas
dos parábolas que te encierran
En
el quebrar ondulado de cintura,
Las
calipigias cicloides superpuestas
Al
trazo de las columnas invertidas:
Tibios
muslos de líneas envolventes,
Torneada
espiral que no se extingue.
Esa
curva tan suave que dibuja
Sobre
tu vientre un arco reposado,
Ese
triángulo oscuro que fulgura,
Camino
y sello de la puerta de tu cuerpo,
Donde
el estudio que de desnudo hago
Se
transforma en cuadro terminado.
Versión
de Ángel Campos Pámpano
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