«La más hermosa de tus
danzas no es cuando acudes corriendo, jadeante, poseída de un deseo irritado y
atormentado ya, por el camino, el broche de tu vestido. Es cuando de mí te
alejas, serenada y con las rodillas temblorosas, y al alejarte me miras, en el
hombro tu barbilla. Tu cuerpo me recuerda, oscila y titubea, me echan de menos
tus caderas y tus senos me están agradecidos.
»Me miras, vuelta la
cabeza, mientras tus pies adivinadores tantean y escogen su camino.
»Te vas, siempre pequeña
y maquillada por el sol poniente, hasta no ser, en lo alto de la colina, más
esbelta en tu túnica anaranjada que una llama vertical, que danza
imperceptiblemente...»
Fragmento del cuento: “Canción de la Danzarina”.
Comentarios