"El amor es intensidad y por esto es una distensión del
tiempo, estira los minutos y los alarga como siglos. El tiempo, que es medida
isócrona, se vuelve discontinuo e inconmensurable. Pero después de cada uno de
esos instantes sin medida, volvemos al tiempo y a su horario: no podemos
escapar de la sucesión. El amor comienza con la mirada: miramos a la persona
que queremos y ella nos mira. ¿Qué vemos? Todo y nada. No por mucho tiempo; al
cabo de un momento, desviamos los ojos. De otro modo, ya lo dije, nos petrificaríamos.
En uno de sus poemas más complejos, Donne se refiere a esta situación.
Arrobados, los amantes se miran interminablemente:
wee,
like sepulchrallstatues lay;
All
day, the same our postures were,
And wee said nothing, all the day.
Si se prolongase esta inmóvil beatitud, pereceríamos.
Debemos volver a nuestros cuerpos, la vida nos reclama:
Love
mysteries in soules doe grow,
But yet the body is his booke.
Tenemos que mirar, juntos, al mundo que nos rodea.
Tenemos que ir más allá, al encuentro de lo desconocido".
Fragmento de "La llama doble"
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