20 de
octubre en la noche
Esta es una carta muy importante, Adéle; de ahora en
adelante todo entre nosotros depende de la impresión que te cause. Trataré de
ordenar coherentemente algunas ideas, y ciertamente tendré que desvelarme esta
noche peleando de nuevo. Voy a hablarte seria e íntimamente, y sólo deseo que
ello pueda ser en persona, porque entonces podré tener tu respuesta (que
esperaré con gran impaciencia) en el acto, y juzgar por mí mismo, por tu
expresión, el efecto que mis palabras están teniendo sobre tí, un efecto que será
crucial para decidir nuestro futuro común.
Hay una palabra Adéle, que aparentemente hasta ahora
hemos tenido miedo de usar -la palabra amor-, no obstante que lo que siento por
tí es amor genuino; el problema es uno de complicidad: si lo que sientes por mí
es también amor.
Esta carta removerá esta duda, sobre cuya resolución
depende mi vida entera. [...]
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