"La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de
nuestro jardín. No decimos nada.
La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan
nuestro perro y no decimos nada.
Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo a
nuestra casa, nos roba la luna,
y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la
garganta,
y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada."
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